domingo, 29 de junio de 2014

culturalismo telurico

UNIVERSIDAD MILITAR DE LAS FF.AA. DEL ESTADO EAEN. CNL. EDUARDO ABAROA HIDALGO” BOLIVIA ALGUNOS APUNTES DEL CULTURALISMO TELÚRICO AL NACIONALISMO REVOLUCIONARIO Por horizonte de existencia se entiende al conjunto heterogéneo, articulado o no, de las condiciones y posibilidades generales de las formas de vida social existentes y virtuales en un espacio histórico que generalmente en nuestros tiempos se articulan y delimitan a la vez, como nación, estado o país. El pensamiento de este momento como un existencialismo cultural telúrico, que resulta de la combinación de la concepción de la realidad y la historia como una dinámica compuesta por entes llamados culturas, que son el modo en que una vida espiritual trasciende a la vida social; por la valoración prioritaria que se hace del alma o cultura indígena fuertemente formada por la tierra y el paisaje, o lo telúrico, por último, por una combinación de sentimiento de angustia y de necesidad de desarrollo de una potencialidad o existencia dada por la raza y autoctonía que es pensada como energía y fuerza primera que luego necesita desarrollarse. La vivencia intelectual de las fases más generales y pretéritas, o de los orígenes, de la mentalidad de la época, se explican más como expresión del tipo de formación del período escolar, más universalista o general y menos politizada, sin embargo, ya con una sensibilidad para reconocer y proyectar lo nacional y lo americano como matriz de desarrollo de las ideas, sentimientos, identificaciones y valores. En el nacionalismo revolucionario: periodismo político Los hechos adquieren su perfil según afirmen o nieguen una de estas grandes tendencias de la historia boliviana, que es la globalidad de referencia. Por un lado están las potencialidades y fuerzas de la nación y, por el otro, las prácticas y sujetos que perpetúan el dominio extranjero o la dirección de los esfuerzos y trabajo hacia fines externos. Se trata, pues, de una globalidad histórica poblada ya de hechos y sentidos, que son la condición y el medio no sólo de interpretar los nuevos hechos sino también de constituirlos. Es una historia sintética, que articula y jala los hechos considerados y seleccionados hacia un núcleo que está constituido por fuerzas y tendencias históricas contrapuestas. Son éstas las condicionantes básicas de las acciones de los individuos que así no son átomos de acción, sino son también las condiciones de la actividad del historiador que escribe tomando partido; ya sea silenciando las luchas de la nación por articular su soberanía y realizar su independencia, es decir, narrando los hechos de un modo que hace perder el sentido histórico de los acontecimientos, como diría Céspedes, marcando, por un lado, las líneas generales del entreguismo en los actos de coacción a lo nacional, o narrando la memoria y conciencia de los hechos de afirmación, colectiva sobre todo, de lo nacional y sus potencialidades, por el otro lado. Se puede percibir que existe como supuesto una ontología teleológica en lo que concierne a lo nacional. En la realidad hay algo que puede distinguirse como lo nacional y que además tiene un destino. Y existe un criterio al hacer memoria del pasado, se narra lo que se convierte en expresión de vitalidad de la nación. Esta vitalidad se refiere a dos dimensiones del mismo proceso. Cuando la prensa se vuelve negocio o se articula prensa y capitalismo, es que los periódicos en vez de cumplir una función más o menos pública de control del gobierno al generar una opinión pública, se ocupan de justificar y emitir el discurso de los grupos de poder dominantes. Sobre todo en la década del 40 se puede ver que a través de la prensa se enfrentan los intelectuales orgánicos tradicionales del bloque minero-terrateniente dominante, y los intelectuales orgánicos de un bloque todavía no existente pero en gestación. Se trata de una organicidad a un proyecto político antes que a un bloque existente.

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